livrinhos de 2018 – parte 1

Prometi que ia publicar a lista de livros que li esse ano, então aqui vai. Dessa vez não esqueci de nenhum, porque fui anotando no BuJo conforme ia terminando.

Alguns ficaram em Curitiba e estou escrevendo aqui da Itália, então quando eu não der um trechinho de destaque é porque não tenho acesso ao livro agora.

Coloquei links pra Amazon, mas procurem comprar em livrarias não-monstruosas, amores. Pra quem for do sul, as Livrarias Curitiba são simpáticas, administradas por uma família bacana e pagam às editoras em dia. Se forem à filial do Shopping Mueller, comprem com a Fernanda, a paraense, que ela é gente boa.

La Loca de la Casa – Rosa Montero

Foi uma releitura (li pela primeira vez em 2006). Adoro esse livro, a Rosa Montero tem uns insights muito bons sobre a vida em geral, embora fale bastante sobre o ato de escrever. Nunca escrevi nada de consistente, nenhum romance, coisa que ela descreve lindamente em diferentes momentos, mas me identifico mesmo assim. Ótimo pra treinar o espanhol, o texto é uma delícia de ler e não sei por que depois não li mais nada da autora. Vou aproveitar o ensejo e procurar outros livros dela.

“Pero estos sinsabores se compensan con la fabulación creativa, con las otras vidas que los novelistas vivimos en la intimidad de nuestras cabezas. José Peixoto, un joven narrador portugués, ha bautizado estos imaginarios conatos de existencia como los “y si”. Y tiene razón: la realidad interior se te multiplica y desenfrena en cuanto que te apoyas en un “y si”. Por ejemplo, estás haciendo cola ante la ventanilla de un banco cuando, en un momento dado, entra en la oficina una anciana octogenaria acompañada de un niño de unos diez años. Entonces, sin venir a cuento, tu mente te susurra: y si en realidad vinieran a robar la sucursal? Y si se tratara de una insospechada banda de atracadores compuesta por la abuela y el nieto, porque los padres del chico han muerto y ellos dos están solos en el mundo y no encuentran otra manera de mantenerse? Y si al llegar ante la ventanilla sacaran un arma improvisada (unas tijeras de podar, por ejemplo; o un fumigador de jardines cargado de veneno para pulgones) y exigieran la entrega de todo el dinero? Y si vivieran en una casita baja que se hubiera quedado aislada entre un nudo de autopistas? Y si quisieran expropiarles y expulsarles de allí, pero ellos se negaran? Y si para alcanzar su hogar tuvieran que sortear todos los días el galiatías de carreteras, organizando en ocasiones tremendos accidentes a su paso – conductores que intentan esquivar a la vieja y que se estampan contra la mediana de hormigón -, colosales choques en cadena que la abuela y el niño ni siquiera se detienen a mirar, aunque a sus espaldas estalle un horrísono estruendo de chatarras? Y si…? Y de esta manera vas componiendo rápidamente toda la vida de esos dos personajes, esto es, toda una vida, y tú te vives dentro de esas existencias, eres la vieja peleona pero también el nieto que ha tenido que madurar a pescozones; y en los pocos minutos que tardas en llegar a la ventanilla has recorrido años dentro de ti. Luego el cajero te atiende, recoge tus euros, firmas tus papeles y te marchas, y allí se quedan tan tranquilos la mujer y el niño, ignorantes de los avatares que han vivido.”

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